El Roland Garros de ayer y de hoy. "Musetti puede amenazar a Sinner y Alcaraz". Panatta habla


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la entrevista
“Ya hoy en día en tierra batida, si juega como lo hizo en Roma, Madrid y Montecarlo, está entre los tres o cuatro mejores del mundo”, dice el extenista campeón de París en 1976. “Recuerdo esas dos semanas con una sonrisa. Para los mediterráneos, Roland Garros es el Grand Slam más importante, el torneo”.
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En 1976, Adriano Panatta “caminaba sobre las aguas”, como escribió L'Équipe , con sus golpes de terciopelo, sus verónicas, su tenis ofensivo, su encanto totalmente italiano que hacía girar las cabezas de las parisinas. 1976 fue el año en el que Panatta ganó Roland Garros, al final de dos semanas eufóricas en las que había salvado un punto de partido con una volea en picado, había vuelto a batir a Borg y había logrado el doblete de Roma-París, Abierto de Italia y Roland Garros.
El año que viene se cumplirá el quincuagésimo aniversario de la conquista de París. «Recuerdo esas dos semanas con una sonrisa. Fueron momentos preciosos», declaró Adriano Panatta a Il Foglio. Para nosotros, los mediterráneos, latinos, europeos, digamos, Roland Garros es el Grand Slam más importante. En Europa, salvo en Inglaterra, siempre se ha jugado en tierra batida: para nosotros los italianos, para los españoles y, por supuesto, para los franceses, Roland Garros es el Torneo. Incluso más que Wimbledon. Claro que Wimbledon es el Campeonato, tiene un nombre, tiene un encanto, como dicen en Francia, pero se juega en una superficie muy peculiar», bromea Panatta. El pasado domingo, la Federación Francesa de Tenis y Roland Garros rindieron homenaje a Rafael Nadal con los honores que merecía por sus catorce Copas de los Mosqueteros, organizando una ceremonia en la Philippe Chatrier, la pista central de Roland Garros. Fue el homenaje perfecto a un gran campeón que hizo historia en esas canchas. Y además es un chico tan bueno y educado . Creo que nadie volverá a ganar catorce Roland Garros, dice Panatta.
El tenis italiano vive un momento mágico, tiene al número uno mundial en el ranking ATP, Jannik Sinner, e inmediatamente detrás de él un chico que el año pasado ganó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de París, acaba de entrar en el top 10 y para Panatta tiene todas las cualidades para hacerlo aún mejor: Lorenzo Musetti. “Ya hoy en tierra batida, si Musetti juega como lo hizo en Roma, Madrid y Montecarlo, está entre los tres o cuatro mejores del mundo. En tierra batida, puede causarles problemas a Sinner y Alcaraz”, asegura Panatta, antes de añadir: “Flavio Cobolli también está progresando mucho. Acaba de ganar el torneo de Hamburgo, un ATP 500, en la final contra Rublev: eso no es poca cosa”.
Hoy en día el tenis es un deporte muy popular en Italia, con un aumento en el número de miembros de los clubes cada año, y Adriano, el hijo del conserje del Circolo Parioli de Roma, inició este proceso de popularización en los años 70: inventó un país de tenistas. "Me alegra que el tenis se esté volviendo cada vez más popular. Mis compañeros de Copa Davis (Paolo Bertolucci, Corrado Barazzutti y Antonio Zugarelli, ed.) y yo hemos transformado el tenis de deporte de élite en un deporte popular; hemos puesto la raqueta en manos de personas que nunca habían pensado en jugar al tenis. Fuimos una especie de precursores, y estoy orgulloso de ello", declara Panatta a Il Foglio.
El capitán de la Copa Davis de 1976, Nicola Pietrangeli, dijo a la revista parisina 40-A que conocía “más discotecas que canchas de tenis”. El Caballo Loco era mi oficina. En aquella época, iba y venía entre Castel y Régine: iba a Chez Régine por Régine y a Chez Castel por Jacques —añadió Pietrangeli—. Chez Castel siempre ha sido un referente en París. Íbamos a cenar allí porque también era restaurante. Luego algunos paraban a ir a la discoteca, pero si tocábamos al día siguiente, no nos quedábamos hasta tarde, dice Panatta. Todos excepto el estadounidense Vitas Gerulaitis, apodado "Broadway Vitas", quien estaba comprometido con la noche y, según se dice, estuvo en Chez Castel hasta la madrugada la víspera de su derrota en la final de Roland Garros ante Borg en 1980. "Vitas era un noctámbulo", recuerda Panatta, antes de añadir: "Chez Régine también era un lugar maravilloso; íbamos allí si teníamos la oportunidad".
El pasado 18 de enero, mientras se disputaba el Open de Australia, que luego ganó Sinner, Panatta comentó irónicamente en X sobre la indumentaria de algunos tenistas: “Pero yo me pregunto, ¿todos estos jugadores vestidos con camisetas de tirantes no parecen socorristas en lugar de tenistas?”. “Lo confirmo, parecen socorristas, visten de forma inusual. Sin embargo, a menudo los jugadores tienen poco que ver; son los patrocinadores quienes presionan. Yo también jugué con los colores, pero jamás me habría vestido así”, declara a Il Foglio Panatta, quien en los setenta también fue un campeón del estilo con sus elegantísimos polos Fila y su rebelde tupé. Sólo la gramática blanca del All England Lawn Tennis and Croquet Club detiene la plaga de las camisetas sin mangas. “En cuanto cruzan las puertas de Wimbledon, se visten de blanco. Se hacen los desentendidos, luego entran y se cuadran, si no, no les dejan jugar”, le cuenta Panatta a Il Foglio con su habitual estilo audaz.
Este fin de semana, como cada año durante Roland Garros, realizará un viaje a París, “una ciudad que siempre es especial para mí”. “Es la ciudad que más amo en Europa después de Roma”, concluye Panatta, “y donde viviría con mucho gusto”.
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